domingo, 11 de novembro de 2018

5 dias de Noviembre: Una mirada intlima a los Picos

Algunas veces en la vida tomas decisiones con predemitación y alevosía, bien, pues esta fue una de ellas. Hacía meses que tenía prevista esta locura y al final resultó una de las locuras más bonitas de mi vida. Hoy repetí mucho lo mismo, pese a lo peligroso, complicado y difícil, no me arrepiento lo más mínimo, porque lo necesitaba. El que me conoce sabe que pese a la gran familia del trail llevo un año malo, nefasto tras los últimos acontecimientos y necesitaba volver a conectar de alguna manera conmigo mismo, con la soledad, a pensar, recapacitar, reflexionar y para esto no hay ningún sitio mejor que sintiéndote insignifante rodeado de montañas, rodeado de paz.
Hice las maletas el lunes y tras un viaje pasado por agua llegué a Arenas de Cabrales a eso de las cuatro de la tarde, después de situarme tocó revisar la ruta a realizar al día siguiente, en este caso no era nada difícil la elección, empezar por lo fácil, por ir a donde todo el mundo, a la ruta del río Carés.
Así a las ocho de la mañana del martes ya estaba recorriendo poncebos en busca de la entrada a la ruta que se encuentra pasado el pueblo subiendo una carretera que se acaba convirtiendo en un carreiro de los de toda la vida, allí señales que indicaban unas hacia bulnes y otras hacia nuestro destino. Así empecé, y no estuvo mal teniendo en cuenta que casi todo el desnivel que iba encontrar en la ruta se encontraba al principio. No había un alma. A los turistas no les gusta madrugar. Lo que se veía era espectacular, qué decir, muchos habéis estado aquí, otros os lo recomiendo como visita obligada, se trata de un desfiladero que separa el macizo central del occidental de los Picos de Europa con trece quilómetros de recorrido y que nos deja unas visiones totalmente únicas. Fui dándole vueltas a todo lo que me preocupaba en el camino de ida, trabajo, familia para el que era un día muy importante, amigos, y yo mismo claro. Y así foto tras foto, tras bajar algún tramo corriendo pero el resto andando rápido llegué a Caín, un pueblo precioso, lo mismo, el que no lo conozca que lo visite en el Cainejo, o Cainejín, para honrar la figura de el mítico Gregorio Pérez, alias Cainejo, que fue el que guió al Marqués de Villaviciosa en la primera ascensión y coroncación del Picu Urriellu situado a 2519 metros de altura. Al llegar allí y vislumbrar aquellas cumbres nevadas que se erigían sobre el pueblo y notar el no cansancio que tenía encima decidí buscar alguna ruta a mayores y allí la encontré, esperándome en un cartel, se trataba de la subida a la cueve de Santibaña y bajada después por Cain de arriba. La subida fue lo de menos, dura, pero nada a lo que no estéis acostumbrados, pero al llegar arriba la majestuosa vista turbaba, una pena que tuviese que darme prisa porque me estaba quedando corto de batería, pero lo realmente inolvidable fue la bajada, primero te adentras en un bosque increíble, con muchas dificultades para no perderse pues los caminos están prácticamente cerrados, a duras penas llegas a una cascada que baja de las montañas y esa visión te absorve durante minutos, aquí recuperamos el camino pues este traza una linea descendente desde la montaña siguiendo el río más allá de la vista. Hice este tramo corriendo y fue de lo más bonito que corrí en mi vida. Llovía, pero la sensación de paz, de alegría que me llenaba es difícil de explicar. Al llegar al fondo de la meseta el camino bajaba ya en vertical hacia el pueblo de Caín, al que llegué cuatro maravillosos quilómetros después. De aquí a la vuelta a Poncebos poco más que añadir al ser la misma ruta, precioso e imperdible en la visita a Picos.
Ya en el apartamente tocaba decidir la ruta del día siguiente y viendo el mapa me decidí hacer una ruta circular Poncebos- Bulnes- Pandébano-Sortres-Tielve-Poncebos. Imposible haber acertado más de lleno, la subida a Bulnes desde Poncebos se hace por el canal del Tejo, la subida es durilla, casi unos quinientos metros de desnivel pero al llegar arriba parece que has retrocedido sesenta años y te encuentras un precioso pueblo entre montañas. Para los vagos ahora hay un funicular pero hasta no hace muchos años esta era la única ruta que había entre Bulnes y Poncebos y era la que estos tenían que hacer para todo. Alucinante, pero cierto. Tras un merecido descanso y sabiendo lo que tenía por delante me sumergí en la subida a Pandébano, he de decir que era el punto más alto de la ruta, a 1200 metros así que me quedaban setecientos hasta la meta. Muy duros, esa subida no se me olvidará, pero carente de dificultad técnica y al llegar arriba me esperaban unas praderas verdes que apoyadas por el Sol que quiso acompañarme y la nieve agolpada a los lados hacían una visión idílica. Estaba emocionado, y no era para menos, y muy cansado. A partir de aquí bajada hasta la curvona y subida nuevamente para llegar a Sortres otro precioso pueblo en el que encontré el primer ser humano, antes habían sido todo vaquiñas, cabras, rebecos, imposible de describir con palabaras. Desde aquí todo bajada hacia Tielve, con una pequeña parte por maldito asfalto, y nuevamente por Monte hacia Poncebos, la ruta totalmente visible salvo por los continuos desprendimientos que borraban el camino y te tenías que buscar la vida, mi consejo, seguir las cagadas de las vacas y las cabras que siempre indicaban el camino correcto. Una útlima bajada vertiginosa hasta Poncebos y 24 quilómetros después y 3800 de acumulado llegaba al fin del segundo día. Alucinado por todo, por lo que veía, por las sensaciones, por el ataque a lamidas de las cabras, por las vaquiñas que ni se mueven, por no encontrarme a nadie en todo el camino, así, poco a poco, de vuelta a los apartamentos a preparar la tercera ruta. Esta sí me tuvo en vilo, quería ir al Urriellu a pesar de que sabía que sería muy difícil, el refugio se encuentra a 1900 metros y la nieve se anunciaba a partir de 1500, por lo tanto difícil. No quería repetir el camino Bulnes Pandébano ya que quería aprovechar lo máximo para seguir descubriendo nuevos lugares así que me decidí a ir por el camino más recto y también más difícl. Se trataba de subir por el Canal de Baldosín y el Camburero.
Madrugué para estar al amanecer en la ruta hacia Bulnes y de allí tomar la ruta hacia el Urriellu, ruta que estaba más o menos bien marcada pero cuyos caminos eran difíciles de identificar sin track, casi al principio primer regalo, una nueva fervenza, eso sí, con una cuerda al lado y una trepada descomunal, y a partir de ahí a subir por el canal de Baldosín. Imaginaros, ir subiendo el canal del río, de lado a lado cruzándolo cada diez metros, por pasos resbaladizos, algunos complicados y todo cuesta arriba, trepadas incluídas. Difícil, pero no imposible. Al llegar arriba nos encontramos un valle de origen glaciar y aquí los últimos habitantes conocidos, unas vacas, que veré en mi camino. Nueva subida en la Posa la garganta, con algunas partes complicadas y llegamos a un pequeño circo glaciar llamado Jou Bajo, a 1050 metros ya de altura. Me empieza a pesar todo y lo que tengo a mi derecha no es otra cosa que la famosa subida al Camburero, es una subida para la que no tengo adjetivos, sólo deciros que mientras la subía pensaba que menos mal que era subida y no la tendría que bajar. Error. Al llegar arriba casi a los 1400 metros ya pasamos directamente a un paisaje totalmente nevado y en el medio un zorro, o algo similar que se escapa al escucharme llegar. Al principio me hace gracia, lógico, pero al intentar avanzar, ya sin camino, sólo guiándome del track empiezo a enterrarme, paso a la subida a la Peña las Cuestas pero ya se hace imposible continuar, la nieve me llega a la cintura, así que doy media vuelta, aprovecho para tirarme por un tobogán de nieve natural, que bien me lo paso, y me doy cuenta de que tendré que volver a bajar todo lo que subí, por el mismo sitio. Me quedaban como mucho dos quilómetros, pero es imposible, y ante todo, quiero volver, sino de que me vale tanta meditación. La bajada, mejor de lo esperado, sólo me caigo una vez, pero no se la deseo a nadie, es super técncia y complicadada eso sí, en la zona del río ya nada de ir de piedra en piedra, pies al río y a cruzar una y otra vez, destrepadas y así, con la suerte de mi parte vuelvo a Bulnes, de ahí a Poncebos y como se me hacía poco desnivel decido ir al pueblo de Camarmeña a retar al cabrón del Urriellu. Subida muy bonita y dura si no llevaras ya casi cuatro mil acumulados y un pueblo precioso sobre la montaña con un mirador único. De aquí a casa y a preparar la última ruta. Aquí quiero agradeceros a todos vuestros consejos, ayuda y sabiduría para orientarme y evitar perdiendo un día intentando ir otra vez al Urriellu, Cova, Blas, Javi, Bruno, Feli, gracias. Así que me decidí a hacer la subida al Pico Cuetón, a 1651 metros de altura.
La ruta empezaba en Arenas de Cabrales, subiendo por bosque de hayedos hacia las invernales de Vanu, ganando poco a poco altitud, de aquí ya bordeando el monte llegas a una cueva, casi a 900 metros de altitud y a partir de aquí el camino es una tortura, pasas pequeños pastos, grandes zonas de roca, subidas por tierra y acabas en lo más loco que hice en mi vida a 1500 metros de altitud, una subida que soy incapaz de describir con palabras y que sólo mirarla daba miedo, era mitad nieve, mitad piedra suelta, pero era el último escollo antes de mi sueño de coronar por primera vez en mi vida una montaña. Como pude, medio muerto, a sabe dios qué temperatura y con un viento infernal llegué arriba, trepando, luchando, no rindiéndome jamás, y lo que allí vi, jamás lo olvidaré, una enorme loma verde al principio salpicada de hielo y rematada ya al fondo por un blanco impoluto y alli, al fondo, los Picos de Europa. Una visión idílica, única, con el pero de no poder pasar hasta el borde del desfiladero por la cantidad de nieve acumulada. Me senté en el borde que separaba el verde del blanco y allí si, me di cuenta de lo insignificante que somos, de lo poco que son nuestros problemas ante la grandiosidad de la naturaleza y a pesar de ser una horrible semana en un horrible año valoré todo lo positivo que me había dado, todos los regalos que el destino tras su quiebro aquella noche de febrero me quiso dar a cambio. El monte, la montaña, el trail y todos los que hacéis que cada domingo sea especial, mis compañeros del grupo de entrenamiento del Cas Montaña, mis amigas Lupe, Luci, y el dangerous dúo, AMIGOS, con mayúsculas. Mi familia, que pasa por un momento muy difícil, del que saldremos adelante seguro, y mi Xoel, el motor de mi vida, por el que daría mi vida sin dudarlo. No es niego que me emocioné pensando en todo esto, no niego que ese momento fue una de los más intensos de mi vida y más esclarecedores. Al final, nos queda nuestra actitud ante la vida, porque por mucho que sepas todo depende de como lo afrontes. Yo prefiero afrontar la vida con una sonrisa, aunque te venga de lado, porque se que así le jode más, y porque me hace sentirme feliz, que al final es lo que de una u otra manera todos buscamos, ser felices. Ojalá fuese tan fácil. Pero rendirnos, jamás.

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