domingo, 9 de xuño de 2019

Traveserina: Y los sueños, muchas veces, se cumplen

 Esa imagen que perdurará en nuestros recuerdos para siempre. Esa que intentaré contarle a Xoel toda la vida. La que quiza algún día intente compartir con los nietos mientras ellos piensan vaya abuelo más pesado siempre contando sus aventurillas de segunda división. Será nuestra imagen.
La niebla no dejaba ver un palmo más allá de la nariz, llegar al avituallamiento de Urriellu se había hecho épico. Mientras los enormes voluntarios se afanaban en llenar nuestros bidones la niebla por un momento desapareció. Miré hacia arriba y allí estaba. No lo olvidaré en la vida. Urriellu te quiero.

 Sé que como yo cada uno de vosotros habrá vivido un momento especial y único en esta carrera y que nos costará olvidar, se que si pudieseis explicar todas las emociones que vivistéis, todo lo que sentistéis en esos cuarenta y cinco quilómetros de locura llenaríamos páginas y páginas de un inmenso libro. Yo hoy voy a intentar contaros las mías, ojalá os sintáis identificados.
Eran las seis y cuarto de la mañana. Salí del apartamento dispuesto a tomar un café previo y lo conseguí casi al lado de donde salían los buses. No había aún un alma en la calle. Podía respirarse el silencio, la soledad, la calma que precede a la tormenta. Saboreé aquel café. No estaba nervioso. Estaba ansioso, con la necesidad de salir ya, de empezar a cubrir aquella locura que hace un año ni se me hubiera pasado por la cabeza. Nuestro sueño.
Fui hacia la zona de buses y allí por fin vi a mis amigos. Lupe, Oscar y Feli, compañeros de batallas, otra vez juntos, compartiendo ilusiones.
Llegamos a Sotres previa pateada y nos tomamos un cafe con parte de la armada Gallega desplazada al evento. Iago y Luis de mi equipo el Cas Montaña, Maneiro y los Indios. Eran los momentos previos. Todo en orden y nos vamos al control de salida. Ahora sí que no quedaba nada. Suena el Sweet child o´mine de los Guns n´Roses. La felicidad es total. Feli Lupe y yo nos deseamos suerte. Lo normal es que cuando yo llegue ellos ya estén duchados, comidos, y lo que les de la gana. 3, 2, 1 y salimos¡¡¡¡

Salgo tranquilo. Si a tranquilo se le puede llamar a 4 29, pero regulo, bajo en el segundo quilómetro. Se lo que me espera, es un camino largo haciendo primero hacia abajo y luego hacia arriba (que manía, con lo fácil que es hacerlo sin desnivel), la subida la hago bastoneando a buen ritmo. Hasta llegar a Pandébano no hay fallo. Aquí empiezan los adelantamientos temerarios, los caminos de a uno. Aún somos muchos y muy juntos y el pelotón por la parte media baja aún no acaba de separarse del todo.
Y así llegamos a la bajada a Bulnes. Está muy mal, y la gente con razón va despacio. Siempre hay alguna que va bufando por detrás, y acaba en el suelo. Gran parte de los que vamos a estas carreras no somos profesionales, no vivimos de esto y el lunes tenemos que ir a trabajar (coño, no lo menciones😂😂) así que con cuidadiño que y lo importante es llegar abajo sanos y salvos. Vamos de charla el pelotón pero todos con la cabeza abajo mirando bien donde pisamos. Al final una hora y veinte minutos y primer corte superado con éxito, mucho mejor que en mis previsiones.

Bulnes, ese pueblo de cuento, ese que te traslada a tiempos pasados. Con la amabilidad de sus gentes. Nos recibe todo el pueblo y los voluntarios, que se agolpan contigo para ayudarte. Espectacular.
Ahora viene lo gordo de la carrera y lo sé. Me tomo el único gel que traigo. Y empezamos la ascensión, primero por la preciosa zona de la cascada y la subida por cable. Por ahora sin problema. Bajamos hacia Balcosín, intentando no meter los pies en el agua como nos pidió la organización. Voy siguiendo un pelotón bastante grande de gente. Paso a paso llegamos al Canal y vemos los puntitos allá al fondo, antes de Camburero. No quiero pensar, tengo la carrera dividida en etapas, esta es la segunda. Después de un largo tramo de subida bastante llevadera llegamos al pedrero de Camburero y recuerdo su extrema dureza. No quiero mirar arriba, uno dos bastones y a seguir a los compañeros de delante.
 Llegamos a una zona de cable, aquí un voluntario nos ayuda con los palos. Hay tapón, viene bien para descansar cinco minutines, pienso que para los cortes vamos adelantados. Coronamos la canal de Camburero. Es terrible.

Intento recuperar el aliento. Bebo, como, sales, mantener el cuerpo a tono. Este cuarto quilómetro de subida se hace rápido. Y llegamos a la parte más infernal de todas, la subida al Urriellu por los neveros. Ahí ya hueles la sangre, sabes que la presa está cerca, que nuestro querido amigo nos mira desde su pedestal. Tengo la suerte de ir con dos chicos y vamos hablando de fútbol, de la vida, y se nos pasa más rápido. Aún así, en la última zona nadie habla, el silencio es el protagonista. No hay fuerzas. Ya vemos a la voluntaria que dirige arriba a la gente, unos suben, nosotros, otros bajan, los que ya han hecho el avituallamiento.
Estamos arriba. Segundo punto de control. Dos horas, en total 3 horas y veinte de carrera. No contaba ir tan bien la verdad. Me paro en el avituallamiento casi diez minutos, rellenando, comiendo, sacando fotos...

Cuando voy a salir me doy cuenta que mi pie izquierdo me revienta de dolor. Recuero aquel exacto momento en que lo retorcí. Maldigo mi suerte. Voy bien de tiempo, me siento bien y va y jodo el pie. Rober, siempre igual. Empiezo a bajar como si fuera mi abuela, casi sin correr. Al final la fuerza de la gravedad hace que algo me mueva. Lo voy a pasar mal para llegar a Sotres con vida. Debía haber vuelto a Urriellu y vendar el pie. Ahora ya está. Empiezo a entrar en calor y consigo trotar algo pero el dolor está ahí y lo peor es que tengo que ir controlando de no caer nunca con ese pie. Conozco el camino, así que no desespero. No hay recompensa si no hay esfuerzo, si no hay sufrimiento.
Poco a poco después de cruzarme con miles de turistas llegamos a la Terenosa. Verde que te quiero verde como mi amada Tierra. Pienso por millonésima vez como irán los míos, sólo los vi salir. Llegamos a Pandébano y voy mejor. Me dejo caer ya por el camino de tierra a trote cochinero. Me duele menos pero se que tengo que parar y mirarlo en Sotres sí o sí. La subida alternativa que los muchachos de la organización nos han preparado se me hace larga y dura, pero lo llevo mejor. Ahora sí, Sotres, una hora y cuarenta y cinco minutos, sigo con una hora de adelanto, algo más. Me paro y tomo asiento, me quitó todo y doy gracias a la organización por obligarme a traer una venda. Al ponérmela ya noto el gusto. El pie no parece estar mal pero me duele.
Como, bebo, descanso y arriba que toca volver a subir.


Camino a Collao Fuente Soles coincido con un chico Asturiano que es su quinta traveserina. Me dice que aquí es donde siempre le da la pájara. Vamos un par de quilómetros charlando de carreras la vida y demás. Es lo mejor de este deporte. La gente. Las personas. Su valor humano. Difícil encontrar algo parecido.
Lo dejo atras, y sigo la subida, el camino tendido deja paso a otro por tierra, prado. La niebla empieza a cubrirnos y la subida se empieza a hacer larga. Pienso que es la última, y eso me ayuda a llevarlo mejor. Hace frío, menos mal que no me quite el cortavientos. Voy pensando en mis cosas, necesito entretenerme. Me cuesta llegar arriba, pero llego y comenzamos la bajada hacia el Jitu Escarandi. Totalmente rodeados de niebla, viendo sin ver, corriendo por la inercia del camino. Un par de quilómetros de bajada muy llevadera nos dejan en el último avituallamiento. Una hora y cuarto. Clavo el tiempo. Allí un voluntario nos dice que mejor vayamos en grupo durante el siguiente tramo ya que entre la niebla y que no es fácil podemos perdernos. Después de comer mucho, beber y descansar voy detrás de dos chicas que a partir de aquí se convertirán en mis mayores aliadas. Somos Ana 23, Tatiana 33 y yo 43 y formamos un grupo de lo más divertido en estos quilómetros. Van genial de ritmo y eso y la conversación que llevamos hacen que no me sienta para nada cansado. En el quilómetro 32 encontramos a un chico con un esguince. Eso es lo peor. Nos ofrecemos a ayudarle, pero no quiere, prefiere subir él hasta arriba. Y así seguimos los tres subiendo la Sierra de Portudera. Se me acaba la batería del reloj, pero no me importa, voy tan cómodo y llevamos tanto tiempo de adelanto con el cierre de carrera que me relajo. No paramos de hablar en ocho quilómetros. No sabéis cuanto os lo agradecí.
Y llegamos al temido momento final. La calzada Caoru. Aquí ya se nos une algo más de gente, vamos un nutrido grupo en toda la bajada. Está mojado y el paso de trescientos corredores delante nuestra la hacen casi impracticable. Pasito a pasito y con buena letra. Cabeza, Róber, cabeza y cabeza, es lo único en lo que pienso. En eso, en Lupe y Feli y como irán, en mi Xoel y que ojalá estuviera allí (bueno, allí no, mejor en meta). Los quilometros no dan pasado, y la calzada deja cada vez menos resquicios para meter el pie. El clima en general fue perfecto todo la prueba, para mi, nada de Sol, fresquito, una gozada.
Voy preguntando cuanto falta, como los niños. Quedan poco más de tres quilómetros. Todos vamos deseando que aquel infierno Romano termine. Con la de obras maravillosas que dejaron, no la podían haber hecho algo más lisa?. Me río solo. Por ahora conseguí no caerme ni una sola vez. Sí, lo se, es un milagro. Por fin vemos la bandera roja en el verde y sabemos que es el final. No nos cabe la sonrisa en la cara. Estamos ahí, Arenas, llegaremos. Poco más de nueve horas y media, mucho mejor que mis previsiones. Nos queda la cíenaga, por si llegaste con los zapatos limpios, no vaya a ser que en casa duden que vinieste a una carrera de montaña. Aquí me pasan como locos Jorge Novos y Luis, a donde vais??? Les grito. Yo no me separo de mis chicas. Llevamos quince quilómetros juntos y llegaremos juntos.
 Las escaleras. Estaba avisado. Pero quien hizo estas escaleras? No habrán cobrado por hacer esta chapuza?😂😂😂😂😂. Allá abajo animando están los chicos de la organización.
Un quilómetro de asfalto y llegamos.
No me gusta el asfalto pero después de 44 quilómetros es ese momento de tranquilidad en el que pones todo en orden, en el que piensas en los que quieres, en el que sabes que todo esto ha merecido verdaderamente la pena. Ese momento en el que casi me cae una lagrimilla pensando en mi niño, esa inceridumbre de saber quien estará en la meta para recibirte. Ese sentimiento de felicidad absoluta al haber cumplido un sueño. Un sueño que hace un año, mientras lo hablábamos, parecía tan lejano verdad geme?. Un año y cuantas cosas han cambiado, cuantas hemos pasado. Cuantos momentos vividos. La vida es ese quilómetro en el que te das cuenta de que todo esfuerzo merece la pena y que cuando te entregas con el corazón a algo la vida te lo devuelve con creces.
Llego a la recta de meta y allí están Lupe y Oscar, me emociono, es algo inolvidable. Lo conseguí. En mi segundo año conociendo el maravilloso mundo de las montañas puedo decir que he vivido una experiencia maravillosa. Una carrera única. Al final 9 horas y 49 minutos. No me lo creo.
Lo mejor es que llego entero, casi mejor que nunca, gracias chicas por hacer este final de carrera tan ameno y entretenido. Me paro con Lupe y Oscar casi media hora de charla, así somos, ella séptima senior y un tiempazo, soy meigo eh...Feli un carrerón y el resto de la armada, indios y jarnachos,  también acabando bien y sin lesiones que es lo importante.
Estoy en una nube. Podría ir besando y abrazando a todos los voluntarios del amor que llevo dentro. Aquello son todo lujos, Estrella Galicia, hamburguesas, arroz...me lo como todo. Empiezo a comunicarme con el mundo exterior, mi hermana, amigas que siempre se preocupan. Vuelvo a salir y respiro aire puro, y mientras departimos y valoramos juntos, como amigos, nuestras carreras yo miro hacia la calzada Caoru y pienso en cuanto me estás dando, como eres de importante para mi, monte, montaña, te recorro escribiéndote, contándote, te escribo disfrutando de cada paso, de cada instante.
Estar allí rodeado de personas increíbles en un entorno de la naturaleza único y sentirte más lleno de vida que nunca. Os dije que esto era un sueño. En realidad el sueño nunca se terminará porque mientras permanezca vivo en nuestros recuerdos, en nuestros corazones, nunca se terminará de apagar del todo.
Mi querida traveserina, si puedo y vosotros quereis we´ll be back , y volveremos a contarlo, un año más viejos, un año más sabios.
Gracias David Méndez, sin ti nada de esto hubiera ocurrido. Gracias Lupe, porque sin ti tampoco hubiese estado aquí, compañera de sueños y batallas. Gracias Oscar y Feli por dar tanto siempre. Gracias a todos los que habéis participado en esta historia, voluntarios, organización, habitantes de los pueblos y corredores. Sin vosotros nada de esto hubiera sido posible.
Y si, señores, esto es un CARRERON. Con mayúsculas.








venres, 7 de xuño de 2019

Traveserina: La Previa







Momentos. La vida es eso, momentos de felicidad. Cada uno tiene los suyos y para uno mismo, esos momentos son únicos e inolvidables.
Para algunos lo será la Traveserina 2019. Para mí era solo un sueño que hace poco más de un año veía imposible mientras repasaba videos y reseñas de anteriores ediciones. Lo hablabamos entre risas, Carreras y amistad, lo recuerdas?
Que tiene picos tan distinto a todo lo demás? No lo se, no sabria responder. Conmigo tiene un efecto devastador, es llegar aquí y comenzar a plantearmelo todo. La vida, la rutina, el día a día, me hace sentirme pleno, lleno de vida, con esa fuerza con la que te crees capaz de todo, pero pone una venda en mis ojos incapaces de ver la realidad de la vida.
 El lunes volveremos a trabajar y este sueño habrá terminado. A estas edades ya tengo claro que Al terminar uno me agarro a otro y el siguiente se llama Ultra de Somiedo.
Que sería de la vida sin sueños, sin retos, sin objetivos?. Que sería de la vida sin sentir lo que haces, sin disfrutar, sin intentar ser feliz?
Seguramente sería una mierda.
La traveserina es una Carrera de Montaña de verdad, de las que crean escuela y afición, esas Carreras que sabes que nunca moriran. Esa Carrera que casi todo corredor desea correr alguna vez en su vida.
Y aquí estoy yo en mi segundo año, paseando mi inexperiencia por los picos de Europa.
Cargado de ilusión el Martes ya estaba instalado en los apartamentos El Ardinal, en pleno Arenas de Cabrales. Fue recoger mis enseres y encaminarme ya a mi primera ruta, una circular entre Arenas, las invernales del Vanu y Poo. Llovía a mares, pero llegue más contento que si me hubiera ido una semana al Caribe.
Al día siguiente tenía un objetivo claro: Repasar el bucle Sotres- Sotres de la Carrera y afianzar los tiempos de corte.
Sotres es un pueblo precioso, el más alto habitado de los Picos de Europa. Allí deje el coche y parti hacia otra belleza. Bulnes. Incomparable, único, para visitar alguna vez en la vida. De allí a Urriellu por él temido Canal del Camburero. Terrible. Durísimo. Y con la mala suerte de un clima frio con nieve, lluvia, niebla.
Era tal el desasosiego que cuando llegue arriba, destrozado, saque el móvil para ver donde cojones estaba y Al mirar hacia un lado una racha de viento espanto la niebla y allí estaba él, pegado a mi, riendose, el Pico Urriellu.
Sin tiempo, por el frío, baje a Sotres y feliz al ver que los tiempos y las sensaciones cuadraban volvi a casa.
Todo el mundo me aconsejaba que descansara, bueno, todos no, alguna que me conoce bien solo me decía que disfrutara. Y es que esa es mi meta, no es hacer una hora menos en la carrera, o un puesto mejor, es disfrutar de lo que haces a cada momento, a cada instante, al menos de lo que la vida te  deja disfrutar.
 Así que el jueves y con la excusa de recorrer la calzada Carou me plantee hacer mi primera cumbre de Montaña. Sería a la Polvorosa. Era una subida dura, casi 1200 metros de subida continúa desde Arenas.
Allá en las alturas, te das cuenta lo poca cosa que eres, tu, Tus circunstancias, Tus problemas. Todo es relativo. Y también, lo reconozco, me dio tiempo a pensar en quien coño me mandaba a mi meterme en semejante fregao. Psicología deportiva.
El caso es que corone la Polvorosa y con algún problema en forma de sendas inexistentes conseguí enlazar con el comienzo de la temida Calzada Carou.
Reconozco que me impresiono menos de lo que pensaba, pero no llevaba 38 quilómetros en las piernas y eso es matador. Y otro día más, Feliz, volvi a casa.
Por la tarde unas cañas con parte de la Armada Galega (Alexis, Javi y Jorge) y a descansar.
Hoy como en las elecciones jornada de reflexión y preparación. Que nos deparará mañana el destino? Que será de Feli, de Lupe, de Arca y del resto de amigos de la Armada. No tengo ni idea. Solo se que hemos venido a disfrutar de algo, al menos para nosotros, unico, algo que seguramente quedará grabado por tiempo en nuestros corazones. Por eso, si me atrevo a decir, que pase lo que pase mañana hoy, amigos, soy feliz y eso no lo cambio por nada.
Como yo, otros 449 amigos, cada uno con sus ilusiones, retos y objetivos, estaremos desde primera hora de la mañana recorriendo él maravilloso parque de los Picos de Europa.
Mañana os contaré como acaba el cuento😊😊😊😊😊☺️